Viajé a Puerto Rico hace ya un año y, a pesar de mi mala memoria, todavía recuerdo con mucho cariño lo bien que nos acogieron a nuestra llegada.
Un viaje a Puerto Rico merece repetir… Hay muchas cosas que hacer en la isla: desde recorrerse sus maravillosas playas, hasta visitar las ciudades de estilo más colonial… disfrutar de un atardecer olvidándote del mundo, o subir tu nivel de adrenalina con muchas de las alternativas de turismo de aventura que tienes en toda la isla… Puerto Rico es un país para disfrutar los contrastes.
En mi caso, decidimos montar nuestro campamento base en San Juan de Puerto Rico, la capital. Como dato curioso, y para ir entrando en materia, San Juan es la ciudad más cosmopolita de todo el caribe y la ciudad más antigua y con el casco histórico más grande que tiene Estados Unidos. Realmente es una maravilla pasar el día caminando por el viejo San Juan (recuerda un poco a La Habana, pero en muy buen estado de conservación).
A medida que se va poniendo el sol es muy fácil encontrar sitios donde se empiece a escuchar música en directo, ya sea dentro de los restaurantes o en plena calle, y ver como enseguida la gente se arranca a bailar frente a la mirada de los turistas más curiosos.
Una vez nos pateamos de arriba a abajo el casco antiguo, era el momento de conocer la zona norte de la isla y hacernos alguna que otra ruta por allí. Es recomendable coger un coche para tener más libertad de movimiento porque merece mucho la pena.
Si tuviera que destacar algo de todo lo que viví en esos días en los que pude empaparme del norte de la isla, sin duda serían las cuevas de Camuy, La Ventana, y el Indio: me dejaron sin palabras.
La Cueva Camuy es la tercera más grande del hemisferio oeste y fue una de mis primeras paradas. Cuando estás dentro parece que te perdieras en la selva amazónica. Es una zona tremendamente húmeda y todos los alrededores de la cueva están plagados de plantas, árboles, y vida. Es cierto que es una cueva muy turística, pero por su tamaño, sin duda vale la pena.
Muy cerquita de allí se encuentra la Cueva de La Ventana que, al contrario que la anterior en la que desciendes con un trenecillo, en esta tienes que subir hacia lo alto de un monte. Es increíble la sensación de adentrarse en las tripas de una montaña y que de repente se abra ante ti una ventana enorme, con vistas a todo el valle. Ese momento en el que tus ojos se inundan de tanta riqueza es absolutamente mágico. En este caso, en lugar de estar habitada por un montón de plantas, sus inquilinos más frecuentes son murciélagos y, con suerte, también podrás “disfrutar” de alguna que otra boa colgada del techo (yo al menos las pillé en la hora de la siesta y estaban plácidamente dormidas).
La última cueva, la menos turística de todas, es una verdadera belleza natural. Se llama la Cueva del Indio, en Arecibo, y cualquiera diría que es el escenario de una película de Piratas del Caribe. Está en medio de la playa y para acceder hay que descender por unas escaleras, adentrarse en unas rocas y, una vez dentro, podrás ver las paredes llenas de jeroglíficos. Es algo realmente espectacular! Os recomiendo que os quedéis aquí hasta que se veáis cómo se pone el sol.