¿Cuántas veces has intentado evitar la situación de enfrentarte a un auditorio y hablar en público? ¿Cuántas veces has sentido ansiedad ante ese momento? Has dormido mal la noche anterior (o las noches anteriores), sudores fríos, voz temblorosa, garganta seca, aumento de la frecuencia cardíaca, etc…
Pues, el 75% de la población dice haberse sentido alguna vez como tú.
Cómo decía Marc Twain “Hay dos tipos de oradores: los que se ponen nerviosos, y los que mienten”. Todo el mundo siente cierto grado de zozobra cuando se enfrenta a un auditorio. Porque exponerse al juicio ajeno genera uno de los miedos más compartidos e incontrolables ante los cuales nuestro cuerpo reacciona con conductas de huída.
El nombre técnico del conocido miedo escénico es glosofobia y existe un test para medirlo: el test de Trier, una prueba que se realizaba en los años 90 para conocer el estrés social.
La realidad es que este miedo es una respuesta desproporcionada. Como explica la psicóloga María Jesús Álava, “nuestro sistema nervioso autónomo confunde una preocupación con una amenaza, se nos acelera el ritmo cardíaco, hiperventilamos…”
La Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) explica que al hablar en público se dan diversas variables, como el manejo cognitivo de la información, la verbalización de los contenidos, un alto rasgo de recursos energéticos y atencionales mantenidos durante un largo periodo de tiempo que hace que nuestro cuerpo sienta una amenaza difícil de controlar.
En los últimos años, la PNL, el desarrollo de la teoría de las inteligencias múltiples y un sinfín de investigaciones han señalado que la tensión producida por hablar en público es por herencia y aprendizaje.
Pero… ¿esto tiene solución?
Existen algunos tips que te preparan para ese momento:
- Anticípate: Conoce o imagina el sitio donde vas a realizar la ponencia. Anticipa circunstancias, cuanto más controlada tengas la situación menos miedo sentirás.
- Organízate: Organiza todo el material necesario, asegúrate de que estará disponible tal y como lo has planteado previamente.
- Concéntrate: Piensa sólo en lo que tienes que decir y déjate llevar. No te distraigas y no hagas caso a aquello que te provoque descargas emocionales.
- Ventílate: Respira, respira y respira controlando el movimiento. Más oxígeno en la sangre, más sangre recorriendo tus músculos, músculos menos tensos y nervios más liberados.
- Decídete: ¿Cuánto quieres expresar para llegar al auditorio? ¿Para convencer? Decídete a hacerlo.
- Proyéctate: Aprovecha las oportunidades, proyecta tu personalidad y tus cualidades, saca todo lo que sabes. Todos sabemos mucho más de lo que creemos cuando nos enfrentamos a un auditorio.
- Disfruta