En alguna ocasión que hemos tenido la oportunidad de hablar con estudiantes o graduados, muchos nos lo habéis dicho. Realizar un Erasmus, o cualquier otro tipo de experiencia académica internacional, conlleva tiempo y esfuerzo y es una decisión arriesgada, pero nosotros somos adictos al famosos dicho «quien no arriesga, no gana».
Es cierto que hay grados que lo tienen más complicado que otros. Estudiar derecho en España no es lo mismo que hacerlo en Alemania. Y hay quien quiere ir al día y acabar la carrera en los años preestablecidos.
Sí, un Erasmus, o cualquier tipo de programa de movilidad internacional, puede ocasionar un retraso en la finalización de tus estudios, pero también hemos oído en diversas ocasiones que «una beca Erasmus se valora más que un máster«.
Hay reclutadores que, cuando cogen un CV, miran que la persona tenga algún tipo de experiencia internacional y en algunos casos, si esa experiencia no aparece reflejada, lo descartan. Las empresas buscan habilidades transversales y esto no te lo enseñan en ninguna asignatura de la universidad.
Existen habilidades que no te aportan los estudios y estas tienen que ver con la manera en la que nos comportamos y la forma en que afrontamos diversas situaciones. Estudiar , o incluso trabajar o hacer un voluntariado fuera de nuestras fronteras, nos obliga a adaptarnos a la situación en la que nos encontramos y supone un reto que requiere un gran ejercicio de superación personal, por no hablar de las habilidades sociales que se adquieren. Además es la mejor manera de aprender idiomas, ya que se practica el aprendizaje mediante la inmersión.
Un Erasmus es una experiencia única que no se repite dos veces en la vida.
Por eso, y de nuevo porque somos de expresiones hechas, te queremos dar un consejo muy importante: aprovecha el momento y las oportunidades que te ofrece la vida, porque al final es la vida quien te lleva.