Un viaje inesperado de tres días a Canadá

Mi experiencia en el extranjero fue en la Universidad de Michigan, ubicada en Ann Arbor, una pequeña localidad al Oeste de Detroit. Allí estudié desde Agosto 2012 hasta Mayo 2013 el equivalente al cuarto curso de Ingeniería Industrial, gracias al programa de intercambio que ICAI tenía con esta universidad.

Fue un año muy completo, en el que no solo perfeccionaba en inglés y estudiaba mi carrera, sino que además pude relacionarme con personas de distintos orígenes y culturas.

En el ámbito académico me esforcé mucho para tratar de conseguir mi “sueño americano”: trabajar en Estados Unidos. Para ello, no sólo intenté sacar buenas notas sino también relacionarme con muchos profesores y antiguos alumnos que me pudieran ayudar a alcanzar mi objetivo.

Finalmente, tras un año académico de dedicación, en Mayo de 2013 la profesora Ann Jeffers del Departamento de Ingeniería Civil accedió a concederme una beca y ofrecerme trabajo durante tres meses como researcher en su gabinete de investigación. No me lo podía creer, lo había conseguido, podría dedicar el tiempo de vacaciones (hasta Agosto del 2013, cuando empezaría 5º de Carrera) a cumplir mi sueño.

Eso creía inicialmente, pero no todo fue tan fácil como parece… Durante el año que estuve en Estados Unidos, al igual que cualquier estudiante de intercambio, tenía un visado de estudiante que me permitía estar allí durante el año académico, es decir Agosto 2012 hasta Mayo 2013. Por tanto, para poder trabajar durante los meses de verano como planeaba, necesitaba un nuevo visado, pero en este caso, de trabajador.

Acudí a la Oficina Internacional de la Universidad de Michigan preguntando por los pasos a proceder, a lo que me respondieron que el plazo para obtener el visado en Estados Unidos era de unos 6 meses y que la única opción que tenía para obtenerlo a tiempo era irme a la Embajada de Estados Unidos en España, donde me habían tramitado el primer visado de estudiante y solicitarlo de manera presencial. Sí, presencial. Es decir, pretendían que cogiera un avión, volviera a España, pasara por la Embajada, esperara unos días y volviera a Estados Unidos. Mi sueño americano se desvanecía por momentos.

Al cabo de unos días de desesperación, decidí que no podía volverme a España así sin intentar otra cosa. Dado que el tema parecía poder resolverse en una Embajada de Estados Unidos (pero fuera de Estados Unidos). Me armé de valor y me fui a la Embajada de Estados Unidos de Ottawa, en Canadá (a apenas una hora de avión de Detroit). Tenía un billete de vuelta a los tres días y no sabía muy bien si lo iba a conseguir o si me iban a mandar de vuelta expatriado a Madrid. Cuando le expliqué al oficial de la Embajada mi situación no se lo podía creer y me dijo que nunca había tenido un caso como el mío. Me pidió el pasaporte y todos los papeles y me dijo que el día que tenía el vuelo de vuelta, que volviera por la Embajada a por ellos.

Allí estaba yo, tres días en Canadá, sin Pasaporte, sin documentación y sin nada que hacer. Me dediqué, lógicamente, a hacer turismo y a deambular por la ciudad. A los tres días, tal y como habíamos quedado, pasé por la embajada. Cuando llegué me dieron mi pasaporte, con una pegatina de “urgent” que me permitió volver y cumplir mi sueño americano del que ahora presumo orgulloso en mi CV y entrevistas de trabajo.

No os rindáis nunca, no dejéis que nada ni nadie os pare. Por algo somos #NonStopTalent.

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